Este adiós no maquilla un hasta luego,
este nunca no esconde un ojalá,
estas cenizas no juegan con fuego,
este ciego no mira para atrás...
Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré...
Ahórrate el acuse de recibo,
estas vísperas son las de después.
A este ruido tan huérfano de padre
no voy a permitir que taladre un corazón podrido de latir...
Este pez ya no muere por tu boca
este loco se va con otra loca
estos ojos ya no lloran más por ti.
Esta sala de espera sin esperanza,
estas pilas de un timbre que se secó,
este helado de fresa de la venganza,
esta empresa de mudanza,
con los muebles del amor.
Esta campana muda en el campanario,
esta mitad partida por la mitad,
estos besos de Judas, este calvario,
este look de presidiario,
esta cura de humildad.
Este cambio de acera de tus caderas,
estas ganas de nada menos de ti...
Este arrabal sin grillos en primavera,
ni espaldas con cremalleras,
ni anillos de presumir.
No abuses de mi inspiración,
no acuses a mi corazón
tan maltrecho y ajado
que está cerrado por derribo.
Esta lágrima de hombre de las cavernas,
esta horma del zapato de barba azúl,
qué poco rato dura la vida eterna
por el túnel de tus piernas...
Estos labios que saben a despedida
a vinagre en las heridas
a pañuelo de estación.
Este ladrón aparcado en tu toga...
Estos celos que sueñan que te desnudan
esta caracola viuda
sin la pianola del mar.
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